-HISTORIA-
Todo comenzó en 2003, cuando Llorenç Perelló decidió plantar la primera viña en un rincón de Mallorca, movido por la pasión y el deseo de crear vinos que expresaran la autenticidad de la tierra. Aquella decisión marcó el inicio de una gran aventura familiar, en la que cada cepa se cuidaba con esmero y cada cosecha se convertía en un aprendizaje compartido.
Con el tiempo, la bodega ha ido creciendo y consolidándose, siempre fiel a la idea de elaborar vinos y a la coordinación del trabajo en la bodega, asegurando que cada botella transmita el esfuerzo, la dedicación y la tradición que la vieron nacer.
Más que una bodega, este proyecto es el reflejo de una familia unida por el vino, un espacio donde se combinan experiencia, innovación y respeto por la naturaleza. Cada copa es un homenaje al camino recorrido desde aquella primera viña hasta el presente.
